Inicialmente,
se adopta una personalidad, somos nuestra personalidad, pero llega el momento
en el cual tenemos necesidades y buscamos poseer una cosa, saciamos nuestra
necesidad, y es entonces en medio de comodidades que vemos la ignorancia de
varias cosas. Por consiguiente, se estudia dependiendo de nuestro interés.
En
verano, se querrá ver y conocer nuestro interior y es tanta esa búsqueda que nos
da miedo el exterior, y se piensa que éste interior es lo que hay que evitar
que contamine del exterior. En medio de esa privacidad observamos que somos una
maravilla y estas cualidades las sacamos a la luz siendo alguien creativo y con
gran liderazgo. Nos hacemos notar, pero como el mundo no será lleno de
cualidades como nosotros, ya queremos la perfección de las cosas, hay un
desespero, pero eso nos dará enfermedades, nuestro cuerpo se vuelve un templo
sagrado que cualquier cosa lo ensucia y limpie…
En
otoño, con esa soledad y reserva hay aburrimiento, vemos a alguien de hermosa
apariencia, salimos de esa reserva, no nos importa ya la salud, ya que se quiere
entregar todo por el amor. Luego conquistamos ese ser y estamos en medio de ese
enamoramiento sin límites. Pasa el tiempo y todo es maravilloso, pero llegan
las envidias, se forma un enemigo, el cual, hará todo por acabarnos, llega el
aviso de que nos odia. Al principio nos desesperamos y es tanto que la pareja
se disgusta, es afectada y se va…
Luego
nos ponemos de muy mal humor, sacamos el poder interior. Entonces, luchamos con
todo lo que tenemos y se muere el enemigo.
Después, se reflexiona sobre lo que pasó, ese mal nos dijo cosas
verdaderas, se quiere profundizar en el tema hasta tal punto que pensamos que
descubrimos la verdad. Creemos ser sabios, pero en realidad somos fanfarrones.
Además, al reflexionar bien ¿qué hacemos con la verdad?
Fue
entonces, en invierno, que la vida nos da a entender que enseñemos esa
sabiduría, pero nos damos cuenta de que solo hay unos conocimientos no tan
profundos y olvidadizos, de nuevo se quiere saber, pero necesitamos estar
solos. Visitamos, entonces, los lugares más inhóspitos, más remotos y, en medio
de esa soledad, ya sabemos qué hacer realmente con esa verdad. No solamente
enseñarla, sino aprender de ese ser a quien le enseñemos. Vamos a la comunidad
donde enseñamos y aprendemos, el deseo aquí no es liderar sino que todos
lideren; ser solidario. Pasa el tiempo… ya se compartió esa sabiduría, se hizo
más humanitario, ya es el momento de descansar, nos vamos con gran júbilo de
esa comunidad y, por último, nos dedicamos a nuestro crecimiento espiritual…
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