viernes, 30 de mayo de 2014

Un Tratado del amor


 

El propósito de este Tratado se debe a la historia de un hombre que cuando conoció un Saber y una mujer, que se convertirían en sus dos amores, decidió especular…pero por los quereres esenciales, la mujer huyo porque fue traicionada con este Saber. Y ahora, a este hombre solo le quedan palabras…

El libre albedrío es el estado natural de todo ser.

El amor infinito es neutral porque no distingue en las dos polaridades. Estas polaridades solo las concibe la razón humana, y por ello posee naturalmente el juicio. El amor infinito por tanto se excluye de la razón humana.

El juicio rechaza una parte del Todo, lo que reprime en la persona una o varias partes de su todo, después explotará como una bomba que ha venido acumulando mucha pólvora nunca utilizada, le llega un fuego por mas diminuto que sea y explotará irritando a quienes le rodean. Así ocurre con la mayoría de la gente, todo por el juicio que proviene de la razón, y quienes le rodean hablarán mal de él o ella, pero lo harán porque usan su razón. Por lo tanto, la libertad no yace en la razón porque enjuicia todo o al menos una parte.

A Dios se le atribuye lo mejor que se pueda concebir en el ser humano: valores, providencia y presciencia. Y dentro de los valores, que me interesa más, veo el Amor. Dios tiene entonces Amor Infinito.

El estado de amor al rechazar esencialmente el juicio acepta todo, y a la vez sabe distinguir sin juzgar, sin rechazar. Mas aquello, que no pertenece al amor, que es nada, el amor solo lo acepta de una manera esencial, mas no acepta su todo, porque la unión del amor con lo que no le pertenece, deja de ser amor, y pasa a la esclavitud, el sufrimiento de la razón enjuiciadora. Por esto, el amor está unido completamente a todo lo que es amor.

No es amor sus escases o su exceso, sus escases es miedo, su exceso es apego. La primera la podemos ver cuando una persona por su inseguridad no quiso hacer cierta acción, tiene miedo al rechazo, por tanto, no acepta su todo, en este caso no acepta sus ideas para manifestarlas. Supongamos ahora ejemplificar con una acción específica: hablar.

Esa persona no acepta lo que piensa para ser hablado, como se dijo antes. Ahora, en la segunda (exceso de amor), es cuando la persona quiere hablar mucho, pero él sabe que habla más de lo que quieren escuchar, pero sigue haciéndolo. Parece que le gusta hablar mucho, pero lo hace porque quiere impresionar (apego a la impresión de la gente) o cree que su discurso es insuficiente, por tanto, esa persona tiene miedo de sí misma porque no acepta su todo y crea partes de más, que nunca han hecho parte de él o ella. Podemos decir entonces que tanto poco amor como mucho amor conforman la misma cosa: el miedo.

Amor se da cuando no hay razón para ello, para amar porque, si la hubiera, deja de ser amor y pasa a ser miedo. En el amor romántico si un hombre se une a una mujer y el primero dice que la ama, porque su físico le gusta mucho, o porque le recuerda sus actitudes tímidas de niñez, o porque no quiere estar solo; y la mujer dice que lo ama, y no puede dejar de amar, y es que no ve razón para no amarlo, sino todo lo contrario. El hombre no ama esa mujer porque se apegó al cuerpo de ella. Entonces puede ser un hombre celoso, tampoco la ama porque su seguridad depende del cuerpo de esta mujer y de sus actitudes tímidas, más si la mujer cambiara de cuerpo y actitud que para el hombre en su razón la enjuicia como mala, dejará esta mujer de ser su novio. En cambio en la mujer, este hombre puede cambiar de físico y actitud y nunca lo dejará de amar.

Entonces el amor no se ve en la razón que juzga actitudes y físicos externos; se basa en el espíritu que es la esencia de amor y no en esa parte racional. El espíritu es amor y este solo tiene una “actitud”: amar. Y nunca el espíritu cambia de físico, es natural la intangibilidad en este. Tampoco cambia de actitud: el amor es natural al espíritu, es como decir que kosmos= armonía según los antiguos griegos. En este caso, amor= espíritu.

Pareciera que en mi argumento rechazo lo físico como lo harían los santos medievales, y digo nunca.

Puedo decir que lo físico jerárquicamente queda secundario a lo espiritual, es decir, tiene más valor lo espiritual, pero no digo que soy radical al rechazar totalmente lo físico porque ni siquiera lo estoy rechazando, lo acepto.

Téngase en cuenta que este orden jerárquico que dije, es de poca importancia, es sutil esta división puesto que el amor no juzga, acepta y distingue, pero sin juicio. Razón para argumentar esto último es la vivencia del presente, cuando se está en amor no se juzga porque no se apega al tiempo: pasado y futuro. Ejemplo: el alumno no está conforme estudiando biología, pero cuando estudia química está feliz. ¿Qué noto aquí? Cuando estudia el alumno biología recuerda que en el pasado la química lo entretuvo (lo hizo vivir el presente) y pues quiere en el futuro seguir estudiando química. Por tanto, el ahora no es disfrutado por el alumno más que cuando solo hay química. El alumno entonces no tiene amor por la química porque se apegó a ella.

El amor vive el presente y nunca es tiempo: pasado y futuro.

La naturaleza se muestra tal y como es, por tanto no existen relojes, ni en los bosques, ni en las playas, ni en los animales, ni en la persona, ni en el espíritu. Por supuesto que podemos caer en la trampa de que si hay relojes en la persona, pero que alguien me cuente desde los inicios de la humanidad si el homo tenía en su piel o en sus ojos o en su pelo o cualquier parte de su cuerpo, un reloj…Nunca, desnudaos y quitaos toda vuestra ropa y pertenencias, y no encontrarás reloj alguno.

Ya otra cosa son las aparentes creaciones humanas, pero cuando yo hablo de naturaleza me refiero a los elementos nobles que siempre han existido y no son contingentes como un reloj, o un edificio, etc. La persona, el árbol, la arena, el espíritu, siempre han existido, pero nunca sus inventos, las transmutaciones de los elementos nobles: lo que conocemos como -creaciones artificiales-.

Pensaos y reflexionaos bien porque el tiempo es una creación artificial, una ilusión, yo no veo nada en la naturaleza que me muestre si esto o aquello es pasado o futuro, solo esta lo que se ve: el presente.

Otra cosa ya es el recuerdo de la razón que por su juicio distingue entre las polaridades. En la naturaleza puedo decir que vivimos mejores o peores sensaciones y nos apegamos a las mejores, a un pasado que quiere que se viva en un futuro… ¿sientes tu presente?

El espíritu no solo es Dios, somos nosotros, y por eso tenemos libre albedrío, la libertad solo depende de nosotros.

Tampoco caeremos en la trampa de que Dios es todo lo bueno, es decir, el espíritu, que Él es el único que tiene amor. Porque si así ocurriera ni existiríamos, ni existiría el bien, ni el mal, ni todo lo que actualmente conocemos. Ahí sí entra el molesto argumento de que si existe el mal y Dios es el bien por qué no lo pudo haber evitado en su ‘infinito’ poder. Pero decir esto es como buscarle cinco patas al gato. Aquel o aquella que intente responder a esto caerán en argumentos débiles como lo han hecho varios filósofos y teólogos. Como dije antes, Dios no conoce el mal ni el bien, ni lo blanco ni lo negro, no lo alto ni lo bajo, Él no es Razón que enjuicia y castiga, Él solo es lo que es: Amor Infinito. Él ama.

¿No se dan cuenta de que nosotros también somos espíritu? ¿De que por dentro somos amor y que por eso ciertas personas, animales, plantas, toda la naturaleza nos ama? Claramente lo podemos ver en el amor romántico, el familiar, el fraternal, el animal, aunque a primera vista no se puede ver si la planta, la piedra, la arena, el agua, las cosas de apariencia estática nos aman. Mas quienes han dicho que la materia tanto móvil como inmóvil no piensa, y por lo tanto se dice que no ama, ha caído en la razón pestilente de la ciencia pseudocientífica.

Piensa bien, el no-pensar es igual al no-existir en cualquier grado. Como dije en un principio: hay una división sutil entre la materia y lo espiritual que es lo intangible, dije luego que nadie puede juzgar en su esencia, y agrego ahora, en este momento que la materia piensa porque también posee espíritu. Verificaos bien, la ciencia verdaderamente científica hace voto también de lo espiritual y no solo lo físico. Lo argumento de este modo: lo que no piensa no crea, parece a primera vista que la materia no piensa ¿Cómo sabes que la materia no piensa si no eres ella?; ahora digamos que efectivamente esta no piensa: nos quedan dos posibilidades: la que ya dije antes y la que digo ahora: que se quede estática infinitamente en el tiempo, esto es imposible. Hasta el guijarro pasados milenios se desmorona en tierra o polvo, el no-pensar, es el no-crear que es el no-movimiento. Entonces, hay gente que cree que por no moverse el guijarro a su ritmo piensan que no puede pensar creando algo, pues no se dan cuenta de que el universo difiere en grados de movimiento. Podemos tomar a Dios como el mayor Creador, y el guijarro como la menor, esta última crea polvo o tierra y para eso necesita utilizar todo su cuerpo. Dios solo necesita pensarnos para haber creado el universo, el guijarro para crear esa tierra debe entregarse toda. El ser humano que hace parte de esos grados evidentemente para crear necesita entregar sus manos para crear algo, no todo su físico como el guijarro, pero tampoco solo su mente como Dios. Puedes pensarlo con el ángel, con el vidente, con el caballo, con la planta, con cualquiera, sólo hay una diferencia de grado, se ve grande, pero solo eso. Pues quien juzgue esto no ha aprendido nada, no sabe lo que es reconocer.

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